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Zuara Sushi

El día 26, de vuelta en Madrid, decidimos adentrarnos en una experiencia culinaria única probando el menú Omakase del que es, según muchos, el mejor restaurante japonés de la capital. Con altas expectativas y un anhelo por sabores auténticos y refinados, nos dirigimos a este templo gastronómico, ansiosos por degustar cada creación del chef.

Al llegar, optamos por sentarnos en la barra, un lugar privilegiado donde la maestría del chef se despliega ante nuestros ojos. Cada movimiento era preciso y cada plato, una obra de arte en miniatura.

Menú Shibui

El menú comenzó con el Sakizuke bento, un primer acto que ya anunciaba la excelencia de lo que vendría. Este bento se componía de cuatro delicadas piezas: un sorbete de pepino y ostras que refrescaba el paladar, seguido por una codorniz escabechada cuyo sabor intenso contrastaba a la perfección con la suavidad del berenjena y lengua ahumada. Cerrando este primer acto, el kamaboko nos ofreció una textura y sabor sutil, un preludio perfecto para los platos que seguirían.

A continuación, nos presentaron el kuro tara gindara, un bacalao negro al pilpil. La carne del pescado, cocida a la perfección, se deshacía en la boca mientras el pilpil añadía una cremosidad que elevaba el plato a otro nivel. Luego, llegó el tarabagani, un cangrejo real gratinado que sorprendió por su delicado equilibrio entre el sabor del mar y la riqueza del gratinado.

Sushi

Entramos entonces en el corazón de la experiencia: el sushi. Cada pieza era una sinfonía de sabores y texturas que nos transportaba directamente a Japón.

  • Maki kiuri neriume: el pepino fresco y crujiente se mezclaba con la ciruela roja japonesa, creando una combinación agridulce inigualable.
  • Tai madai (urta) y saba (caballa): ambos mostraron la frescura y calidad de los ingredientes, con cortes precisos y sabores profundos.
  • Hamachi (medregal) y hotate (vieira): cada bocado era un viaje a través del océano, con la vieira repetida por su delicadeza y dulzura inconfundibles.
  • Akami (atún) y akami shio (atún macerado): el atún, en sus dos versiones, destacó por su textura sedosa y el equilibrio perfecto de salado y umami.
  • Katsuo (bonito) y suzuki (lubina): el bonito aportaba un sabor ahumado que contrastaba maravillosamente con la suavidad de la lubina.
  • Toro aburi neriume (ventresca de atún sellada): este plato era un abrazo cálido de sabor, con la ventresca ligeramente sellada que intensificaba su grasa y sabor.
  • Temaki nakaochi (espinazo de atún picante): el final perfecto, un temaki lleno de sabores vibrantes y texturas contrastantes.

Postre

Para concluir esta experiencia, el postre fue un helado de tonyu, ogura y coulis de frutos rojos. La combinación de la leche de soja con la pasta de judías rojas y el coulis de frutos rojos resultó en un postre ligero pero lleno de sabor, el final perfecto para un menú extraordinario.

Petit Fours

Finalmente, los petit fours cerraron la experiencia con pequeñas delicias que dejaron un dulce recuerdo en nuestros paladares.

Reflexiones Finales

La excelencia en cada elaboración y el cuidado en la presentación hicieron de esta visita una experiencia inolvidable. Cada bocado nos sumergió más en la rica tradición culinaria japonesa, mientras observábamos la destreza del chef desde nuestra privilegiada posición en la barra. Este restaurante se ha ganado, sin duda, su reputación como el mejor japonés de Madrid, y salimos con la certeza de que volveremos para repetir una experiencia tan excepcional.

Tipo de cocina

Japonesa

Menú

Omakase

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