Brasserie
El pasado 12 de junio tuvimos el placer de cenar en la elegante Brasserie del Hotel Four Seasons de Madrid. La velada se desarrolló en la azotea del edificio, brindándonos unas vistas excepcionales del vibrante corazón de la ciudad. La atmósfera era simplemente encantadora, con la luz del crepúsculo reflejándose en los tejados históricos y las calles llenas de vida que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
Decidimos optar por el menú «The Best of Dani», una exquisita selección histórica de los mejores platos del renombrado chef Dani García. La promesa de una experiencia culinaria sin igual comenzó con un brioche untado con mantequilla de miso y miel de trufa. La combinación de sabores, tan inesperada como deliciosa, nos abrió el apetito para lo que sería una noche memorable.
A continuación, nos sirvieron un yogur de foie con Oporto y Parmesano. La suavidad del foie se encontraba con la riqueza del Oporto y el toque salado del Parmesano, creando una armonía perfecta en cada bocado. Seguimos con un tartar de atún rojo acompañado de stracciatella, un plato que destacaba por su frescura y la pureza de sus ingredientes.
El tomate nitro con gazpacho verde fue una obra maestra de la técnica culinaria moderna, cada cucharada liberaba una explosión de sabores frescos y veraniegos, transportándonos a un jardín de aromas. El salmonete a la brasa, cocinado a la perfección, aportó un toque de mar a nuestra cena, con su carne tierna y jugosa complementada por un sutil sabor ahumado.
El ravioli de rabo de toro fue, sin duda, uno de los puntos álgidos de la noche. La pasta delicada envolvía un relleno rico y sabroso, que se deshacía en la boca. Para concluir, los chocolates ahumados fueron un postre sorprendente y decadente, con su combinación de dulzura y un ligero toque ahumado que cerró la cena de manera espectacular.
A pesar de una ligera bajada de temperatura al anochecer, que nos recordó que estábamos al aire libre, la experiencia fue inmejorable. La calidad de los platos, la atención al detalle y la impresionante vista de Madrid desde la azotea hicieron de esta cena una experiencia inolvidable. Cada plato contaba una historia y cada bocado era una celebración de la alta cocina. Sin duda, una velada que quedará en nuestra memoria como una de las mejores experiencias gastronómicas en la capital.