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Bon Bon

El 29 de julio, cruzamos la frontera y nos adentramos en tierras portuguesas en busca de nuevas experiencias gastronómicas. La noche nos llevó hasta un rincón sereno del Algarve, donde el restaurante Bon Bon, galardonado con una estrella Michelin, prometía una cena que conjugara la esencia de la región con una visión moderna de su cocina.

Situado en un enclave apacible, Bon Bon seduce con su atmósfera elegante y acogedora. Su sala de techos altos, con un diseño hexagonal y una chimenea de forja en el centro, destila una calidez que invita a la conversación pausada, mientras que la terraza exterior añade un encanto especial a la velada. La bodega acristalada, testigo de la dedicación a los buenos vinos, nos dejaba intuir que aquí cada detalle estaba pensado para elevar la experiencia.

La propuesta del chef José Lopes es una exaltación del Algarve, con ingredientes locales y un trabajo minucioso en texturas, presentaciones y equilibrio de sabores. El menú de la noche nos llevó por un recorrido donde el Atlántico y la tierra se daban la mano:

  • Jurel con piñones y lima
  • Gamba escarlata con hinojo y chorizo de Monchique
  • Pan de masa madre
  • Herencia de la abuela (un homenaje a los sabores tradicionales)
  • Pez gallo con productos de la Ría Formosa
  • Arroz de pulpo de Santa Luzia con katsoubushi (bonito seco japonés, aportando un toque umami)
  • Carne de cerdo a la alentejana (un clásico portugués con almejas, reinterpretado con un giro contemporáneo)
  • Banana y chocolate
  • Queso curado, almendra y aceite de oliva Monterosa

Cada plato mantenía la promesa de una cocina de raíces auténticas pero con un enfoque actual, cuidando el producto y respetando su esencia.

Sin embargo, la experiencia no fue del todo redonda. Si bien la calidad de los platos y la ejecución fueron impecables, el ritmo del servicio dejó mucho que desear. Entre plato y plato, la espera se alargaba hasta 45 minutos, lo que hizo que la cena, que debía ser un deleite pausado, se tornara en una prueba de paciencia.

A pesar de ello, la calidez del entorno y la excelencia de la cocina nos dejaron un grato recuerdo de nuestra primera noche en Portugal.

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